Festejo inesperado

Estaba todo preparado, las luces, los souvenires, los centros de mesa. El pronóstico era benévolo, si bien era invierno, se esperaba una jornada cálida. Pasaban las horas y de repente, se puso a llover copiosamente. Tanto que se inundó todo el salón, estaba todo arruinado. La niña triste, llamó a su tío para contarle lo que pasó y lo mal que estaba. Cacho no pudo soportar ese llanto, fue a la alacena, sacó los ingredientes necesarios y se puso hacer lo que sabía, amasar. Mientras la masa levaba y el tiempo mejoraba, llamó a los amigos y familiares para que fueran a su casa. Cuando todo estaba listo, entró la niña, y al ver lo que pasaba, corrió a abrazar a su tío. El festejo se produjo, sin estridencias, simple, como todo lo que se hace desde el corazón.


Foto: Gabriela Nicolauzig


No hay comentarios:

Publicar un comentario