Desde el jardín miro la casa dónde pasé tantos veranos, tantos juegos, tanta vida. Esa cúpula triangular me despertaba fascinación, definitivamente, era mi castillo. Entre las nubes grises imaginaba que aparecía un dragón para que pudiera subir en su lomo y dar unas vueltas. También imaginaba que con reluciente armadura y blandiendo una espada iba arriba de un caballo blanco para cuidar los límites del reino. Desde esa cúpula jugaba a ser princesa y me peinaba mis largos cabellos para atarlo y llenarlo de flores. Hoy solo observo, hoy solo recuerdo.
Foto: Monica Jurjevcic
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